Formación integral para activistas

El cambio ocurre a muchos niveles. El campo social, nuestras culturas organizativas y los individuos dentro de dichas culturas se desarrollan en dependencia mutua los unos de los otros. La Formación Integral para activistas apoya una transformación integrada en todos estos niveles.

La política progresiva sostiene tanto la visión de una sociedad justa y sostenible como la del potencial de la consciencia individual. La Formación Integral para activistas honra la inseparabilidad de nuestra propia transformación y la del mundo. Si no cambiamos la sociedad, las oportunidades para realizar el potencial individual se reducen. Si no cambiamos nosotras mismas, nuestros esfuerzos por cambiar la sociedad acaban, muchas veces, minados.

La Formación Integral para activistas debe:

• ayudarnos a analizar, elaborar estrategias y actuar de forma sociopolítica;
• apoyar a organizaciones para encarnar los valores por los que luchan;
• brindarnos las herramientas y métodos interpersonales necesarios para crear equipos efectivos, y
• permitirnos crecer como individuos, desarrollar nuestros talentos y nuestra creatividad, profundizar en nuestra autoconsciencia y aprender a aprovechar recursos interiores profundos para apoyar nuestras luchas.

Cuando atendemos a todos estos aspectos, nuestras luchas políticas se convierten en un contexto para transformar tanto el mundo como a nosotras mismas. La Formación Integral para activistas es holística, transformadora y participativa, además de proactivamente inclusiva y creadora de conexiones.

Holística

networkinvert1Un planteamiento holístico es también un planteamiento sistémico. Reconoce que las personas viven anidadas dentro de lo interpersonal; que lo interpersonal está anidado dentro de lo sociopolítico, y que lo sociopolítico anida en lo ecológico. Cada una de estas dimensiones cuenta con su propia estructura sistémica, pero también tiene que entenderse como parte de conjuntos sistémicos más amplios. El aprendizaje y las prácticas efectivas para la transformación deben atender a cada uno de estos niveles y a las conexiones entre ellos.

Un enfoque holístico del aprendizaje abarca a la persona en su totalidad: la dimensión racional, la emocional, la sensorial y la relacional de quiénes somos.

Nuestro enfoque aprovecha el intelecto y nos ayuda a explorar nuestros puntos de vista y la manera en la que éstos dan forma a nuestra experiencia. Promueve claridad de pensamiento y de análisis. No obstante, en palabras de Pascal, «el corazón tiene razones que la razón no entiende». A pesar de los avances conseguidos por la modernidad posterior a la Ilustración abogando por lo racional, es evidente que lo racional se queda corto. Si no involucramos también la dimensión emocional, ignoramos los impulsores claves de la acción y perdemos oportunidades para una transformación con profundidad. El alfabetismo emocional es fundamental tanto para la autoconsciencia como para trabajar bien con los demás. Aprender cómo canalizar la ira y desarrollar nuestra capacidad para la empatía y el cuidado es esencial para el buen liderazgo y la colaboración eficaz. Saber relacionarnos con nuestros sentimientos es una herramienta clave a la hora de desarrollar la resiliencia personal necesaria para sostener un compromiso activo a largo plazo.

img_1441Cada vez más, las metodologías actuales de formación integran aspectos de aprendizaje incorporado. Llevamos nuestros hábitos en el cuerpo, el cual guarda recuerdos y patrones de respuesta. Es a través del cuerpo y de los sentidos que nos relacionamos directamente con el mundo. Los enfoques somáticos o centrados en el cuerpo despiertan los sentidos, aprovechan la sabiduría de nuestras sensaciones sentidas y nos ayudan a integrar el aprendizaje de una manera potente.

Por último, reconocemos que quiénes somos es algo en gran medida relacional. Aprender sobre nosotros mismos es aprender sobre cómo nos relacionamos, y aprender sobre cómo nos relacionamos es aprender sobre nosotros mismos. Gran parte del aprendizaje más transformador ocurre entre personas. Emerge dentro del campo que creamos a través de nuestras interacciones; en las sinergias y en los momentos donde el conjunto se revela como algo más que la suma de sus partes. Para ser efectivos en el cambio social, hace falta que entendamos este tipo de fenómenos relacionales, cómo participamos en ellos y cómo influyen en nosotros.

Transformadora y participativa

nj0b7509-1Una Formación Integral para activistas debe ser empoderadora y transformadora. Nuestro enfoque bebe de las prácticas de la educación participativa y popular, a las cuales sumamos los últimos métodos de aprendizaje experiencial e inmersivo. Parafraseando a Paolo Freire: La educación es una práctica de libertad. Es un medio a través del cual afrontamos la realidad de forma crítica y creativa. Es una manera de descubrir cómo participar en la transformación de nuestro mundo. Debe llevar a la acción; sobre todo, a la acción colectiva. Este tipo de aprendizajes nos ayudan a cambiar nuestras vidas de acuerdo con nuestras propias ideas.

Nuestras formaciones mejoran la capacidad para la reflexión autocrítica y nos ayudan a mantener nuestra capacidad para el aprendizaje permanente, equilibrando acción y reflexión. Esto resulta más efectivo cuando se lleva a cabo en solidaridad con los demás, cuando reconocemos las luchas que compartimos y conseguimos empoderarnos a través de nuestras actividades colectivas. Podemos descubrir el poder transformador de trabajar con las demás y reconocer la relación de refuerzo mutuo que existe entre la construcción de agencia colectiva y el empoderamiento personal, aprendiendo a mantenerlos en complementariedad equilibrando la autonomía con la cooperación.

Una inclusividad proactiva

body-26655509584_5398604830_k-e1483705911864Una formación que construye solidaridad debe contar con una inclusividad proactiva. O sea, debe facilitar que una amplia diversidad de personas puedan participar y hacer oír sus puntos de vista. La diversidad trae poder y resiliencia. Los procesos de aprendizaje inclusivos prestan atención a la diversidad sin intentar homogeneizar opiniones o puntos de vista distintos ni diferencias culturales. Este tipo de enfoque debe explorar cuestiones de anti-opresión y de cómo podemos asegurar que nuestros grupos y organizaciones la representen. Construir movimientos de solidaridad exige aprender cómo funcionar dentro de culturas pluralistas de respeto y empoderamiento mutuos. La educación inclusiva nos apoya para aprender habilidades y enfoques que pueden enriquecer la intersectorialidad y nuestra capacidad para forjar alianzas transversales. Las diferencias de idiomas y culturas se plantean desde este enfoque y el aprendizaje se diseña para permitir la participación.

Conectar

Es habitual describir el apuro en el que nos encontramos actualmente en términos de alienación. Muchas de las formas en las que se estructura la vida actual afianzan divisiones. Sanar divisiones y restaurar conexiones es clave para el empoderamiento tanto personal como colectivo. Exploramos esto prestando atención a tres dimensiones de conexión: las conexiones de personas con personas, de personas consigo mismas y de personas con la naturaleza.

body-30099746725_3b0ab852eb_k-1-e1483705841452Conectar personas con personas tiene que ver con la dimensión social e interpersonal. Se trata de desarrollar habilidades para trabajar en colaboración. Tiene que ver con la manera cómo encarnamos nuestros valores entre nosotras mientras trabajamos para recuperar la agencia colectiva. Tiene que ver con desarrollar formas nuevas y responsivas de organización política capaces de sustentar movimientos que sean pluralistas, pero también transversales y que valoren profundamente lo que tenemos en común sin negar las muchas diferencias que existen entre nosotras. Tiene que ver con hacer nacer, a través de nuestro trabajo colaborativo, un “campo social responsivo” en el que la gente pueda florecer. Y —lo que es muy importante— tiene que ver con cómo creamos contextos para la colaboración que nos permitan transformarnos a nosotras mismas al tiempo que trabajamos para transformar el mundo.

Conectar a personas consigo mismas tiene que ver con el trabajo personal interior que podemos llevar a cabo para empoderarnos. Trabajar con las demás es un reto. Para contar con los recursos adecuados para ello, hace falta que nos autoconozcamos en profundidad. Necesitamos herramientas que nos ayuden a desarrollar integración psicológica y consciencia responsiva. Tenemos que desarrollar el recurso interior de resiliencia emocional que puede sustentar un compromiso a largo plazo con los enormes retos a los que nos enfrentamos. La política radical siempre ha tenido que ver con la transformación de la consciencia y la formación de nuevos sujetos o individuos. En el pasado, esto se ha logrado muchas veces mediante cambios de puntos de vista e ideologías. Hoy en día podemos trabajar directamente con la cualidad de la mente y el corazón para realizar una vitalidad cognitiva que evite las trampas del cierre ideológico y nos ayude a seguir aprendiendo por el camino.

3203789615_aa3e773c421Conectar a las personas con la naturaleza: Vandana Shiva sugirió que nuestra identidad ecológica es quizás nuestra identidad más fundamental. La vida moderna muchas veces nos lo oculta. Mediante prácticas que nos ayudan a recuperar nuestra conexión con lo no humano, podemos encontrar un sentido enriquecido de quiénes somos entretejido en la red de la vida. Esta dimensión de conexión nos puede nutrir, aumentando nuestra resiliencia y motivación. Es más, conectar con la naturaleza supone la cultivación de una inteligencia ecológica. Después de todo, la naturaleza es una maestra. El pensamiento ecológico y sistémico puede informar los enfoques que adoptamos al cambio social. Nos pueden ayudar a vivir y organizar en un mundo de sistemas, de modo que la inteligencia ecológica sustente nuestro desarrollo organizativo, nuestra elaboración de estrategias y la construcción de nuestros movimientos.